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Salida a Cenicientos

El Gato, Madrid-Cenicientos, salía de la calle Segovia, antes de llegar al Viaducto. Justo en la plaza de la Cruz Verde.

Toros de Guisando

Conjunto escultórico vetón que se ubica en el cerro de Guisando, en el término municipal de El Tiemblo, en la provincia de Ávila.

Iglesia de Cenicientos

La iglesia de San Esteban Protomártir de Cenicientos es un edificio gótico, construido a finales de siglo XV o a principios del XVI. Está situada en la plaza de la Iglesia. En 1983 fue declarada “Bien de interés Cultural”.

La Peña "Bubera"

La Peña de Cenicientos (1252m) es la cima de una minúscula sierra situada al Sur del extremo Este de Gredos Oriental.

La 'Piedra Escrita' de Diana

... sería el último monumento o resto antiguo del territorio vetón y del convento emeritense, cuya divisoria pasaría unos kilómetros más al E. de él.

Vidrios castellanos de Cadalso de los Vidrios y de El Recuenco (II) D. BELINCHÓN YAGÜE

3.3.Estilo Artístico de Cadalso de los Vidrios.



La producción de los hornos de Cadalso tiene éxito en origen por la simplicidad de la decoración y de las formas.

Muchas de éstas son tradicionales, y fueron anteriormente usadas por la orfebrería. Más tarde durante los siglos XVI al XVII se ven influidas por las venecianas, recibidas a través de Cataluña, donde se imitan fielmente, aunque las castellanas resultan menos aéreas que las italianas en las que simplemente

se inspiran. Las tipologías se basan en la cerámica de la época, resultando piezas que formalmente recuerdan a las ya existentes, y estilísticamente están consideradas como producción a la façon de Venice. Al final del siglo XVII comienzan a tomar influencias andaluzas. En un primer momento se copiaron los motivos ornamentales de las lámparas musulmanas que se equilibran con las influencias venecianas, aunando la finura de las primeras y la originalidad y lo exótico de las segundas, pero siempre de forma sencilla, sin abigarramiento en la decoración.

Es muy característica una greca, que recorre las piezas, hecha de decoración de hilo en forma de “ochos” continuos horizontales, a veces recorrido en su mitad como eje de simetría horizontal por otro hilo. Generalmente las decoraciones añadidas suelen ser de color distinto a la pieza en esto se

especializaron en el color azul con óxido de cobalto.

Más tarde, el exceso de las influencias terminan con la originalidad de Cadalso, por lo que decae la producción de vidrio artístico y se restringe a la de uso doméstico. En el siglo XIX los hornos dejaron de trabajar, aunque se siguieran haciendo bombillas o vidrio plano para abastecer a un círculo muy reducido de la comarca.



4. RECUENCO

4.1.Historia de los hornos de Recuenco.

Ciudad situada en la zona limítrofe de Cuenca con Guadalajara, conocido hoy en día por el nombre de El

Recuenco (7), las noticias de sus hornos son mínimas, y sólo algunos nombres asociados a los hornos llegan hasta hoy, como Juan López y Pedro López , sopladores del siglo XV, o Martín de Murcia, que eleva la fama de este lugar al convertirse en suministrador de El Escorial en 1582 (8).

En los siglos XVII y XVIII la importancia de este lugar se iguala a la de Cadalso, y sus hornos se multiplican. La fábrica de D. Diego Dorado, que tenía lonja en Madrid, gozó de la

exención de quintas y levas en el alojamiento de sus emplea dos. Todo ello gracias a Felipe V, al que llevaba mucho tiempo suplicando distintas gracias: como el poder cortar más leña, el uso de la madera desligada, el acopio de barrilla sin impuestos, el poder vender al detall, etc (9). Pero hasta la

mitad del siglo XVIII (1755), no obtiene ningún favor de la Junta de la Corte, ya que juzgaba que había rendido de forma satisfactoria durante mucho tiempo y que, por lo tanto, no

consideraba que fueran necesarios alargar.

Los hermanos Don Joaquín y Don Diego Ruiz Dorado, hijos del anterior dueño, insisten en sus solicitudes de gracia cuando heredan la fábrica, sin por ello dejar de hacer vidrio de buena calidad. Este fue uno de los motivos por los que se les otorgó el asiento de los frascos de la Cava Real, la farmacia de Palacio y distintos establecimientos de Madrid para la venta de productos. Otros motivos fueron la fabricación de

géneros trabajados con esmero y la tradición en su familiacatalogada como pionera, obteniendo gracias a esto gran cantidad de encargos (10).

Además no tuvieron que pagar impuestos por el traslado de la barrilla, ya que las aduanas de provincias eran muy caras. Así pasaron de ser un pueblo con hornos a convertirse en industria.

Para no caer en la monotonía de la producción, y animados por las gracias reales, los hermanos decidieron, “por ser más útiles al rey” establecer otra fábrica que llamarían “Fábrica de cristales finos, entrefinos y planos”(11).

Así se da la introducción del cristal en Recuenco, ya que para trabajar en la construcción de esta fábrica trajeron de Alemania todos los operarios necesarios y sus técnicas, además de herramientas y máquinas para la construcción de la fábrica. Antes de terminar las obras se quedaron sin dinero y decidieron volver a pedir al rey doscientos mil reales del vellón, debieron suponer que como la producción del cristal

estaba tomando cada vez un valor más relevante frente al mercado exterior, se lo otorgarían, ya que el intento de producir cristal propio estuvo premiado con gracias reales.

De nuevo les fue concedido, pero bajo una serie de requisitos que ellos mismos ya habían planteado en la propuesta de acuerdo que presentaron a la Junta, adelantándose a la posible negativa. Entre ellas estaban: no impedir el uso de la fábrica en todo el año; que cualquier mina o descubrimiento de

leña, madera, barrilla etc, fuese con prioridad para ellos; que a cambio de dejar traer a los extranjeros, cada año enseñarían el oficio a seis jóvenes naturales del país para la producción no decayese por falta de operarios especializados; además entregarían puntualmente un estudio cada seis meses de la

fábrica y su producción, etc. Pero no se verificó ningún adelanto en la fábrica, y el

dinero recibido resultó insuficiente, por lo que esta empresa quedó sin terminar, con un claro abandono de la empresa.

Los hermanos Ruiz Dorado abandonaron sus proyectos, y solo pervivió la tradicional fabricación de vidrio en Recuenco hasta casi el siglo XIX.

4.2. Características generales de la producción de Recuenco. Gracias a la uniformidad en el criterio selectivo de las formas y materias primas, Recuenco tiene una gran producción a lo largo del tiempo. Se cree que esto se debe a la dirección de los hornos por una misma familia, la de Don Diego Dorado, y a la experiencia adquirida a lo largo de los años. A pesar de que el soplado estira la pasta hasta el máximo

posible, resultando piezas de poco peso y paredes de poco espesor, esta gran diferencia de peso respecto a otros hornos es uno de los elementos diferenciales a la hora de catalogar a

una pieza de Recuenco. El resultado, de todos modos es un tanto opaco, debido al gran número de burbujas y agujas que se ven en el interior y superficie de las piezas que junto a la ligera coloración verdosa que dan las arenas de Cuenca, característica que muchas veces se le ha atribuido por imitación

a otros vidrios como los andaluces, pero que en realidad es una característica unida al emplazamiento. Así se puede reconocer la única y primera pieza documentada y catalogada (12) en el Museo de Artes Decorativas como perteneciente a los hornos de Recuenco por Elena Ramírez Montesinos, aumentando la lista de museos que tienen piezas pertenecientes a estos hornos haciendo mención especial al Museo Arqueológico de Madrid.

La mayoría de las piezas se estiraban y pellizcaban por los bordes, a los que se aplicaban también filamentos de vidrio o “decoración de hilo” de distinto color para, además de decorar, mostrar la habilidad de los artífices.

Cadalso se ha llevado bastante más fama que Recuenco, y está mejor representado en el Museo de Artes Decorativas de Madrid; sin embargo, el segundo introdujo distintas decoraciones antes que el primero, como el lobulado y el craquelado, sin olvidar tampoco la técnica el cristal de tanta importancia

desde finales del siglo XVII y sobretodo XVIII, ya que no introducir esta técnica como producción en un horno significaba no poder competir con los hornos extranjeros. Lo que hace resaltar a Cadalso son los diseños de las piezas artísticas que elevan esta producción a la categoría de arte decorativa

aunque, tiene la propiedad de decorar sin más el material, no necesita de adornos o formas excesivamente elegantes, es el mismo material, su composición, la que hizo que fueran tan

apreciadas antes y ahora sus piezas.

Vidrios castellanos de Cadalso de los Vidrios y de El Recuenco (I) D. BELINCHÓN YAGÜE

En el Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid, se puede contemplar una colección de vidrios españoles bastante amplia, con muestras desde el siglo XVI, hasta hoy día. Al principio, la diferencia entre los distintos núcleos de producción estaba muy marcada por los distintos estilos de producción, fruto de las influencias que recibían. Básicamente se pueden distinguir las regiones de Cataluña, Andalucía y Castilla. Pese a que los vidrios catalanes eran de mejor calidad, las fábricas castellanas, consiguieron acaparar la atención de los Reyes, siendo Quejigal, Valquemada, Recuenco y Cadalso de los vidrios, sus principales hornos y centros de producción.
1. INTRODUCCIÓN

A lo largo del tiempo, las colecciones de vidrio del Museo Nacional de Artes Decorativas, han ido aumentando en número y calidad, aunque ésta quede disipada por este mismo efecto del paso del tiempo produciendo resquebrajamientos y pérdida de brillo en la superficie de las piezas, llamándose
enfermedad del vidrio o desvitrificación.
Desde la época de los punos hay distinguidos ejemplos de vasos y piezas de equipamiento doméstico que salvando su aparente delicadeza podemos ver expuestas en las salas del museo, junto con otras grandes colecciones como la de vidrio greco-romano, romano y sobretodo la importantísima y numerosa muestra de la fábrica que más importancia dio a España en cuanto a vidrio y cristal, La Granja de San Ildefonso.
La dureza, transparencia y brillo, son las características principales que se le han atribuido al vidrio. Y han sido suficientes como para mover al hombre a lo largo de toda la historia para intentar mejorar sus cualidades. Más que para un uso doméstico, artístico o de lujo, el vidrio y más tarde el cristal se hizo un hueco al lado del hombre añadiendo utilidades a lo largo de la historia y así no perecer, tanto que actualmente se le considera un material incluso arquitectónico.
El vidrio es la imitación hecha por el hombre del cuarzo o cristal de roca, el cual no se encuentra en la naturaleza abundantemente, este producto aunque artificial es profundamenteestable y casi inalterable salvo por el ácido fluorhídrico.

2. HISTORIA DE LOS HORNOS CASTELLANOS

La documentación encontrada sobre la producción de los hornos castellanos es escasa. Hay que rastrear y lamentarse de las pérdidas de archivos producidos por incendios y la falta en las propias localidades de documentos escritos.
En toda la Península se pueden diferenciar lo que llamamos tres estilos de vidrio. Los vidrios catalanes, que incluyen a Levante y a Mallorca por su unión en la actividad vidriera, y que imitan al vidrio de los venecianos, en cuanto a decoraciones, al igual que el resto de Europa, de ahí la expresión “ a la façon de Venice”, aunque formalmente la mayoría de la producción era de carácter utilitario, abundando los enseres domésticos típicos de la región como almorratxas ( recipiente de varios caños, para contener agua perfumada), llantions (lámparas) etc. Una de las mejores producciones catalanas es la de decoración esmaltada.
Los vidrios andaluces continúan con el estilo musulmán del mundo islámico impregnado en todas sus artes, reflejándose en sus piezas una de las mayores características de esta tradición, las asas de las lámparas que se colgaban en sus templos, otra producción generosa en número corresponde a los vasos de faltriquera que se hacen en el centro de Marya (Almería) . Y por último los vidrios castellanos, que tienen un estilo propio, con mezcla de algunas características de las otras dos regiones, pero se basan en unas formas de la tradición de la orfebrería y de la cerámica.
La pintura, es una de las fuentes que mejor nos revela la importancia del vidrio. Reflejándolo en la cantidad y el tipo de enseres, propios de cada lugar. Así como su uso, o su destino en la mesa, que actualmente ha variado mucho.
En toda Castilla sólo había un núcleo de mercado en Madrid, el “Gremio de Mercaderes de Vidrio”, los cuales impedían la venta directa al público por arrieros y fabricantes, sobre todo por los caminos, de manera ambulante, era muy barato y no había porque trasladarse, lo cual bajaba las ganancias de los vidrieros. Se convino que, únicamente se podía vender al “detall” en las ferias, ocasiones en las que aumentaban las ventas y se abarataban los costes, directamente al fabricante sólo era posible “al mayor”.
3. CADALSO DE LOS VIDRIOS.

3.1. Historia de los hornos.

El más antiguo de los archivos que llega a nuestros días, y que inicia la serie de noticias sobre Cadalso de los Vidrios y su actividad vidriera, en el conocimiento de estos hornos de Castilla, es el escrito por el Arcipreste de Talavera, en el siglo XV, comunicándonos que “el Vidrio de Cadalso es cosa corriente en toda España” (1).
Cadalso de los Vidrios situada en Toledo, hasta el cambio territorial durante la Regencia de María Cristina de Borbón, en 1833,(2) que lo adscribe a la provincia de Madrid, con lo que las noticias que se tenían de la producción vidriera de este centro sean incompletas.
Aunque se sabe que el inicio de producción no es el siglo XV, ya que se le supone desde el siglo XII, por un escrito de Tomás López, geógrafo de Carlos III, que confirma la actividad vidriera de Cadalso desde 1179.
Desde el texto escrito en 1539 por Lucio Marineo Sículo, que califica a los “vidrios de Cadalso como los mejores de España, después de los de Barcelona”(3), la documentación es escasa, y sólo se tienen noticias esporádicas, como el testamento de Ana de Toledo en 1549, en el que se citan veinte botellas y vasos de Cadalso como objetos singulares y de precio, y más tras el decreto en 1548 por Carlos V de la importancia del vidrio español y lo perjudicial de las importaciones de vidrio extranjero(4). Sus hornos surtían a la nobleza, e incluso Felipe II equipa sus palacios con objetos de uso doméstico, por ejemplo El Pardo, donde encontraron 17 lámparas, 16 orinales y media docena de botellas, frascas, etc.
Ya en el siglo XVII, Méndez Silva cuenta que ha visto labrar en Cadalso “finísimo vidrio de hermosos colores y graciosas formas, hasta el punto de poder competir con el veneciano”(5).

3.2 Producción de los hornos.

Determinar cuál fue la producción de Cadalso es difícil, debido a las dificultades de vincular con certeza las piezas conservadas a sus hornos. Hay tres motivos fundamentales por los que se han atribuido piezas a Cadalso sin suficientes motivos aparentes: la cercanía del lugar donde han sido halladas; la perfección tipo veneciano de sus producciones, que Cadalso imitó con gran habilidad, pero que podían haber sido compradas en este centro o haber sido realizadas por un maestro italiano emigrado.
Cadalso de los Vidrios está situado en medio de grandes bosques. Esto, junto con la buena comunicación para la obtención de la barrilla fue motivo suficiente para que se considerase un buen emplazamiento para la ubicación de un horno; así a lo largo del tiempo los hornos se multiplicaron.
Pero no solo se multiplicaron en este centro sino en general en la zona, ya que la situación de Cadalso ha sido varias veces crítica por su competencia con los hornos de Valquemada , San Martín de Valdeiglesias y sobre todo del horno de Quejigal, situado al lado del Monasterio de El Escorial, del que fue su suministrador de vidrieras, algo que Cadalso como el resto de los centros intentaban obtener siempre, el poder abastecer a la realeza.
En el siglo XVI es fácil confundir a Cadalso con el resto de Castilla, sobre todo con el paso del tiempo, ya que las técnicas usadas eran las mismas en la mayoría de las manufacturas, y el resultado hace que todos tengan un cariz parecido.
Lo que diferencia a Cadalso de los demás hornos castellanos es la diferencia de calidad, tanto en la masa, como en la pieza. Conocía los métodos de fabricación del vidrio veneciano, como el cordoncillo o el trenzado y usaba el hilo de cristal trabajado con pinzas al igual que los italianos, pero tenía dificultades,
por ejemplo, en la decoloración de la pasta, debido, al exceso de manganeso que hacía que no se obtuviera un blanco lechoso como el de los italianos. Las burbujas, impurezas, etc., delatan además, un resultado castellano y no italiano.
Pero las formas de las piezas y la decoración determinaron que una gran parte de éstas fuera considerada como a la façon de Venice (manera de llamar a los vidrios que se hacían fuera de Venecia imitando sus producciones).
La única información que tenemos sobre los autores es la relación de vidrieros del archivo de la Catedral de Toledo, aunque una lista de nombres tampoco asegura la autoría de las piezas.
A principios del siglo XVII, sólo se tiene el nombre de Juan Rodríguez como maestro vidriero de Cadalso (6). Se inicia la mejor producción de estos hornos llamada a la façon de Venice. Esta técnica se introduce en Cadalso por la llegada a España de artistas y vidrieros extranjeros, famosos por su insubordinación respecto a los vidrieros españoles, y por la afición a beber grandes cantidades de resolí, una bebida parecida al orujo típica de Cuenca. El alcohol que consumían, era debido a la disminución de la capacidad torácica por el esfuerzo que se produce al estar constantemente soplando, el alcohol produce un aumento casi inmediato de esta capacidad torácica, para poder continuar trabajando. Esto ha derivado actualmente en la común expresión de “soplar” haciendo referencia a la acción de beber.
Este siglo de esplendor para Cadalso termina al decaer la producción artística a la façon de Venice, a finales de siglo, cuando sólo se hacen producciones de uso doméstico u ordinario, ya que en la producción de vidrio artístico dominan los extranjeros. Además se valoran más los avances técnicos, la producción de cristal, siendo más estable, resistente, pesado y brillante, por su añadido de un 24% de plomo.
Para intentar hacer de nuevo vidrio artístico y elevar la producción, los Marqueses de Villena, dueños de los hornos desde finales del siglo XVII, deciden traer a Antonio Ovando, conocedor de las técnicas artísticas extranjeras. Este maestro introdujo el lacticinio, técnica veneciana muy apreciada decorativamente, que consiste en hilos de vidrio blanco lechoso insertados en el interior de la pieza. Sin embargo, esta innovación no fue suficiente para recuperar el antiguo esplendor, a lo que contribuiría que Ovando dedicara más esfuerzos a la fábrica de San Martín de Valdeiglesias, que también se encargó de dirigir.
En el siglo XVIII quedaban dos hornos que fabrican sólo vidrios de baja calidad y de uso utilitario. La faceta artística del vidrio siguió decayendo al igual que ocurrió con la mayoría de las industrias artísticas españolas, por la competencia que ofrecían las industrias extranjeras. El consumo de vidrio de Cadalso se limitó a la provincia de Madrid. Aunque los reyes tuvieron un afán proteccionista eximiéndolos de impuestos, a los extranjeros los defendían los diplomáticos.
El exceso de ornamentación, influencia de los hornos andaluces, no gustó. Por otra parte, en este momento se inicia con fuerza la producción de la Real Fábrica de La Granja donde se pusieron todas las expectativas y dinero, como única salida para disminuir las importaciones, y elevar la producción de la calidad, igualando a los países extranjeros.

 

El CANO (Claudio Sanchez Albornoz)

Al acabar la guerra carlista el bandolerismo hizo presa en muchas zonas de España. Le padecieron especialmente las regiones montañosas. «Partidas» regidas por audaces caudillos asaltaban, secuestraban, robaban...
Una, capitaneada por alguien a quien llamaban «El Cano», actuaba en las serranías que se extienden entre las tierras de Ávila y Toledo. En Cenicientos, poblachón serrano situado en la conjunción de las mismas con la provincia de Madrid, un comandante de ingenieros, «convenido de Vergara», había intentado explotar una mina de cobre, pero había fracasado y se había dado a plantar vides y olivos. «El Minero», como le llamaban en el país, fue señalado a «El Cano» como presa suculenta. Pero don Juan Hurtado era hombre campechano, tenía muchos amigos en el pueblo y una tarde recibió en su casa de las viñas a uno de ellos que le dijo
-Tome un caballo y escape ahora mismo. Esta noche va a secuestrarle la partida de «El Cano».

Pero mi bisabuelo era hombre de agallas, estaba acostumbrado a jugarse la vida y le dijo al amigo:

-¿«El Cano» está en el pueblo?

-Sí; tiene su gente agazapada en la casa del Tío X.

-Llévame hasta allí.

-Pero, don Juan, ¡usted está loco!

-Vamos.

Sonaron varios aldabonazos en la puerta de la casa donde «El Cano» tenía su guarida y desde dentro se oyó gritar

-¿Quién va allá?

-Don Juan Hurtado -respondió mi bisabuelo. Cinco trabucos le enfrentaron por la puerta y la ventana, pero él respondió impávido

-Me han dicho que ibas a secuestrarme esta noche y para ahorrarte el trabajo de ir hasta mi casa de las viñas he venido aquí y aquí estoy.

La bravura del comandante carlista retirado convertido en «El Minero» paralizó a «El Cano», que no acertó a decir sino

-Don Juan...

Don Juan cruzó la puerta.

-Muchachos, un vaso de vino por el pronto y hablaremos después.

«El Cano» y don Juan Hurtado se amigaron para siempre. Cuando mi abuela Teresa, que se había educado en Notre-Dame de Burdeos, iba de su casa de Ávila a la de Cenicientos, su padre despachaba un propio a «El Cano» y al llegar, con un criado al ronzal de la mula, al comienzo de la sierra, la esperaba la partida de bandoleros del amigo de su padre. La presentaban armas y, en doble fila, con sus trabucos preparados para resistir a otra partida si osaba aparecer, la conducían hasta avistar la Peña de Cenicientos y, en el fondo del valle, la casa de «El Minero».



De chiquillo he montado en las jamugas sobre las que lentamente esa abuela abulense avanzaba protegida por las gentes de «El Cano». El valor siempre rinde más que el miedo, o rendía, cuando estaba intacta esa mezcla de hombría y de nobleza entrañablemente unidas a las tradiciones de la estirpe.

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A mí esto me emociona.



La Encebra ¿un misterioso animal extinguido? Autor: Ibar

Durante la Edad Media, en la Península ibérica se hacen algunos relatos sobre un équido que hasta el siglo XIV, era abundantísimo en las llanuras de toda la Iberia mediterránea. De este équido se conoce que fue entre los siglos XIV y XVI cuando sus poblaciones comenzaron a ser esquilmadas debido a la caza, ya que el consumo de su carne era muy apreciado, así como a la destrucción de su hábitat y a la competencia con el ganado doméstico, pues por tratarse el hábitat de extensas llanuras, este era muy apropiado para los asentamientos ganaderos y agrarios. Este équido recibía el nombre de Encebra en castellano, y de Zebra o Zebro tanto en portugués como en castellano. No existen muchas referencias de este animal durante la Edad Media pese a su abundancia, pero algunas obras las citan, como “Montería de Alfonso XI”, escrito de la primera mitad del s.XIV, “Relación de Chinchilla” de 1.576, que hace una breve descripción de la encebra, “Arte Cisoria” de E. Villena y otras obras literarias, textos valencianos del s.XV, así como en el “Romance del Rey Marsín” del año 1.500. En la “Relación de Chinchilla” menciona "...a manera de yeguas cenizosas, de color de pelo de rata, un poco mochinas, que relinchaban como yeguas y corrían más que el mejor caballo y las nombran encebras." (Torres Fontes y Molina Molina, 1.980). En “Arte Cisoria” explica que la carne de encebra se come "para quitar peresa" (Corominas y Pascual, 1.984). En el “Romance del Rey Marsín” describe “fuyendo va el rey Marsín, caballero en una zebra, no por mengua de rocín". Así mismo, este animal ha dejado algunos topónimos por la geografía peninsular, tal como Las Encebras ( Jumilla -Murcia-) ), Encebras ( Pinoso -Alicante-), Valdencebro ( Teruel ) y las portuguesas Zebreira, Zebros, Monte dos Zebros ( Beira Baixa ) y Vale da Zebra ( Ribatejo ). Por los textos mencionados, así como por otras obras literarias, nos hacen saber que las encebras, zebros o zebras, eran animales ariscos y veloces, así como corredores por excelencia, équidos de capa ( pelaje ) gris, con una línea negra que surge en los homoplatos y acaba en punta sobre los muslos delanteros, otra línea negra que recorre el lomo (sobre las vértebras) desde el cuello hasta la cola, y marcas acebradas en las extremidades. Tanto por estas características fenotípicas, como por el hecho de que los textos mencionados no especifican claramente qué clase de équido se trataba, ha llevado a la confusión a los historiadores, pues estos suponen que las encebras eran asnos salvajes, pues las líneas acebradas se dan en estos équidos, y aunque de procedencia incierta, pues no existen restos fósiles recientes de estos “asnos”, se han atribuido por tanto a estos animales, a descendientes de asnos importados y asilvestrados en Iberia por culturas norteafricanas y del mediterráneo oriental. El hecho de que se conocieran équidos con marcas acebradas en Iberia, y a que los portugueses se asentaran en las costas africanas, lo que les permitió conocer a los caballos del África subsahariana, hizo que al verles también con marcas acebradas, también los denominaran como zebras. Fósiles y pinturas rupestres. Los únicos restos fósiles de équidos existentes al menos en los últimos 30.000 a 20.000 años, que se conocen en la Península ibérica, pertenecen a una sola especie de caballo, denominada como Equus ferus o Equus przewalskii gmelini, y cuyo nombre común es Tarpán. Parece ser que durante la prehistoria existieron varios tipos de caballos, existiendo entre los europeos tarpanes, una subespecie occidental y otra oriental. Según los actuales tarpanes de Polonia, esta especie de caballo es de pequeña talla, con una altura de 130 cms., color de capa de zaíno hasta tostado, crin y cola puramente negra o negra y blanca, de aspecto ceniciento y canoso. Posee una franja dorsal castaño oscura, y franja ancha y oscura que va desde la parte central de las crines hasta la cola, con pelos más claros a ambos lados, produciendo un efecto de variegado con destellos rubios que depende de hacia que lado se inclina el pelo. Pueden aparecer rayas tipo cebra, en los cuartos delanteros y en la parte interna de los muslos, así como también franjas en el cuerpo. El pelaje invernal puede ser ocasionalmente blanco si viven en climas muy fríos. La cabeza es alargada y ancha con la cara ligeramente cóncava, orificios nasales amplios y orejas también largas. Cuello corto y robusto que parte de unos hombros poderosos. Características como la forma de la cabeza y cara, ya aparecen en pinturas rupestres de la Cueva de la Pileta, datadas entre 30.000 y 20.000 años, pero a diferencia de los tarpanes orientales y de los caballos modernos, los tarpanes presentes en Iberia presentaban una cara subconvexa, tal y como atestiguan también sus restos fósiles. Parece existir también, algunas pinturas rupestres en sierras turolenses, en las que se muestran los cuerpos de estos tarpanes con sus estrías acebradas sobre el cuerpo. El Caballo Sorraiano. En el año 1920, el zoólogo portugués Ruy d’Andrade descubrió entre las llanuras del río Sorraia y sus afluentes Sor y Raia, una manada de caballos salvajes, diferentes a los caballos domésticos, pero con características presentes en tres razas modernas, el caballo Marismeño, el Andaluz y el Lusitano. Ruy d’Andrade, y debido a la distribución de estos caballos salvajes, nominó a estos caballos con el gentililicio del nombre del río Sorraia. Las similitudes con el caballo Marismeño, Andaluz y Lusitano permitió deducir que el salvaje Sorraiano era el antecesor directo de estas tres razas. Pero un estudio más detallado de la anatonomía, fenotipo y genotipo de estos caballos, y la comparación de estos datos con los fósiles y pinturas rupestres, han probado que se trata del auténtico caballo salvaje ibérico, habiéndose mantenido sin apenas variación genética, con los antiguos tarpanes ibéricos, siendo por tanto una de las subespecies de caballo existentes en Eurasia en época prehistórica. El Sorraiano tiene una alzada que ronda entre 120 y 130 cms., la capa es de color grisáceo pelo de ratón, o bien parduzco, con una franja oscura dorsal sobre los homoplatos y otra franja oscura a lo largo del lomo, marcas acebradas en las extremidades y las puntas de color negro, estas marcas acebradas de las extremidades son muy patentes en los ejemplares jóvenes. Posee un pelaje invernal de aspecto lanoso. Tanto la crin como la cola, es de color negro y blanco, dándole un aspecto ceniciento y canoso. Su cabeza es grande, de perfil recto o algo convexo. Debido a que buena parte de la raza sobrevive en estado salvaje, su conformación global tiene cierta variabilidad. Algunos de los ejemplares encontrados por Ruy d’Andrade, fueron capturados para preservar a esta subespecie de caballo de la extinción. Actualmente existen unas 200 cabezas de sorraianos, sujetos a planes de recuperación. Encebras, Tarpanes y Sorraianos. Como hemos visto, el Tarpán y el Sorraiano, son muy similares fenotípicamente, casi iguales. Entre el actual tarpán oriental y el sorraiano, existe una pequeña variación fenotípica y genotípica, ya a que el sorraiano se corresponde con la subespecie occidental o ibérica de tarpán, pero si se observan fotografías de ambas subespecies, un profano no sabrá distinguir una subespecie de la otra. En cuanto a los datos aportados por los textos históricos sobre encebras, los fósiles y pinturas rupestres de tarpanes ibéricos y el estudio del fenotipo y genotipo del caballo sorraiano, demuestran que la Encebra, el Tarpán ibérico y el Caballo Sorraiano, son la misma subespecie de caballo. Estamos por tanto ante un redescubrimiento de la Encebra, un équido que se creía extinguido desde al menos, a mediados del s.XVI, debido al craso error de los historiadores al considerar que las encebras eran asnos salvajes, en vez de caballos salvajes diferentes de los caballos domésticos, y que los escritores medievales sabían distinguir muy bien. Pero sí existe una pista que nos dice de qué clase de équido se trata, y es que en la “Relación de Chinchilla” cuando dice: “...que relinchaban como yeguas...” no podía tratarse de otro animal que no fuera un caballo, pues todos sabemos que ningún burro es capaz de relinchar, sólo rebuznan, aunque hay que reconocer que la siguiente frase: “...y corrían más que el mejor caballo y las nombran encebras.", da a lugar a la confusión al hacer pensar que se trata de dos équidos distintos, pero no es este el sentido de la frase, sino que el sentido correcto de la frase es el que nos da a entender que se distingue a dos tipos diferentes de caballo, uno salvaje ( inservible para la guerra debido a su baja estatura ) y otro doméstico ( que eran de mayor altura y por tanto más competentes para la batalla ). La rocambolesca historia de la Encebra. Pues si este fue el avatar de esta subespecie de caballo en Iberia, el hecho de la conquista española de América supuso el traslado de ejemplares de encebras a tierras norteamericanas justo antes de su casi desaparición en Iberia, pues debido a su resistencia y fortaleza al clima, a los trabajos y a la escasez de alimento, así como a sus características para la carrera, este caballo salvaje era muy apto para realizar la conquista de estas tierras. En la actualidad los descendientes de estas encebras, es el conocidísimo y salvaje Mustang, que posee en la mayoría de sus ejemplares, las mismas características fenotípicas y genotípicas que el ibérico caballo sorraiano, de hecho, tanto es así que el Mustang recibe en Estados Unidos como nuevo nombre “Sorraia Mustang”. A pesar de su igualdad con los sorraianos portugueses, no se les denomina igual, pues parece ser que se considera que el sorraiano portugués es más puro que el americano, entre los que parecen existir leves influencias genéticas en algunos ejemplares de otros caballos españoles exportados. Así pues, un error de análisis en los textos antiguos como el desconocimiento hasta fecha reciente del salvaje caballo sorraiano, ha hecho pensar que la encebra era un équido extinguido, pero siempre estuvieron presentes con una exigua población en la frontera hispanoportuguesa, y con una población más abundante en las montañas de Norteamérica. Pero pese a la población americana de caballos sorraianos, siguen permaneciendo en grave peligro de extinción, motivo por el cual, se están desarrollando planes para su conservación, aunque desgraciadamente, la mayoría de estos planes sólo se realizan a nivel de propietarios particulares y asociaciones, escurriendo el bulto una vez más los Estados implicados.